Hace unos años tuve la gran suerte de visitar el Tíbet. Llegue a Lhasa, la capital del Tíbet, procedente de Pekín y viajé por carretera hasta Katmandú (Nepal), para continuar el viaje hacia la India, pero hoy solamente me voy a centrar en el Tíbet. La ciudad de Lhasa está situada a una altitud de unos 3.700 metros debido a su cercanía a la cordillera del Himalaya. Para evitar el mal de altura, es recomendable que el primer día que se permanezca en la ciudad se descanse en el hotel, para así poder aclimatarse al cambio de altitud. Yo con las ganas que tenía cuando llegué de ver el palacio de Potala, hice caso omiso a las recomendaciones y me fui directamente a verlo. Esta imponente construcción fue la residencia del Dalai Lama hasta que tuvo que exiliarse tras la invasión china al estado indio de Himachal Pradesh. ; Debido a la situación política del Tíbet, no es posible visitarlo por libre y es necesario contratar un tour antes de entrar, obtener el visado chino y además un permiso especial para visitarlo. Por supuesto, solo puedes visitar las ciudades contratadas en el tour, debes ir en todo momento con un guía y no puedes salirte de la ruta. Todo el papeleo que hay que realizar resulta un tanto pesado, pero la verdad es que la experiencia tibetana merece la pena y con creces.
Los tibetanos además de muy amistosos y agradables, son fervientes budistas y mientras paseas por la ciudad es muy común ver a cientos de personas realizando el peregrinaje al Potala, rezando mientras caminan con los molinos de oración o arrodillándose, tumbándose y tocando el suelo con la cabeza, todo esto lo realizan a modo de penitencia cada vez que dan unos cuantos pasos.
Algunos de los lugares más interesantes para visitar en la ciudad de Lhasa son los monasterios de Jokhnag y Sera donde podemos impregnarnos de la cultura tibetana, observar cómo viven los monjes budistas y también contemplar las maravillosas vistas que hay por la zona.
Después de pasar varios días en Lhasa, visité la ciudad de Ghyantse y continúe rumbo a la cordillera del Himalaya por la carretea de la amistad, cruzando altos puerto de montaña rodeados de glaciares.
; A medida que nos acercábamos a la cordillera del Himalaya la altura por la que transitábamos iba ascendiendo progresivamente y claro está, las vistas cada vez eran más, y más prometedoras, comenzábamos a avistar los siete miles en el horizonte…
Y tras los sietemiles, los ochomiles…Mi próxima parada era el campo base del Everest, también conocido en el Tíbet como monte Qomolangma que quiere decir “diosa madre de la tierra” en tibetano. El Tíbet cuenta con cinco de los catorce ochomiles: Everest, Lhotse, Makalu, Cho Oyu, y Shisha Pangma, pero el mayor de los catorce, como ya sabréis, es el Everest con 8.848 metros.
Y en este resort de super lujo pase la noche, teníais que haber visto los baños…daban a la calle y no tenían ni puertas por lo que te podía ver todo el mundo…todo el mundo que pasara por ahí, claro…menos mal que no es un lugar muy concurrido!! Eso sí, las vistas eran en todo momento inmejorables, jeje. El único aspecto negativo es que en este punto nos encontrábamos a una altitud de unos 5.200 metros y aquí sí que noté la altura. Durante toda la fría noche que pasé aquí, tuve un dolor de cabeza extremadamente intenso, cuando subía una cuesta por ejemplo de 5 metros parecía que me había hecho una maratón, los perros eran inertes y hasta los cigarros se apagaban en pocos segundos si no le dabas constantes caladas, todo ello debido a los bajos niveles de oxigeno que hay a esta altura. ; Después de visitar el Everest nos dirigimos descendiendo miles de metros rumbo a la frontera nepalí, no sin antes tener algún percance en la carretera…Los chinos estaban dinamitando la montaña por la que cruzaba la carretera de la amistad, se les fue de las manos y hubo un inmenso desprendimiento de rocas muy cerca de la frontera que dejó la carretera totalmente obstruida. Tuve que descender unos 150 metros por un acantilado con mi maleta de ruedas de 30 Kg (menos mal que mi guía-sherpa me ayudo, sino no sé que habría hecho, jeje). ; Finalmente logramos pasar la frontera y dejamos atrás el árido Tíbet para adentrarnos en el fértil Nepal. La verdad que el cambio de paisaje fue brutal…Debido a que la cordillera del Himalaya actúa como muro natural, las nubes de los monzones que provienen de la India no suelen alcanzar el Tíbet y descargan las lluvias en la parte sur del Himalaya, es decir, en Nepal…Pero de este país ya postearé más adelante. ; Post realizado por Rubén ; ;