Si el edén existe debe ser algo parecido a la Polinesia francesa y es que estas islas de origen volcánico, situadas en medio del Pacífico sur son un autentico paraíso. Yo por el momento solo he visitado el archipiélago de la Sociedad, aunque seguramente vuelva algún día para visitar las Marquesas y las Tuamotu.
La Polinesia francesa está formada por 5 archipiélagos: Tuamotu, Sociedad, Gambier, Marquesas y Australes. Todo viajero que visita las islas en avión tiene que acceder a las mismas vía Papeete, capital y ciudad más poblada de las islas, ubicada en Tahití. En mi viaje pude visitar las islas de Moorea, Huahine, Raiatea y como no, la increíble Bora Bora. Como no disponía de demasiado tiempo decidí no visitar Tahití, aunque seguro que también merece la pena.

Polinesia es un destino muy caro y además, teniendo en cuenta que el 90% de los turistas que visitan las islas, lo hacen en su viaje de luna de miel, no es un lugar recomendable para ir solo. Yo lo hice y es un poco deprimente, en todas las excursiones estaban formadas por parejas de recién casados haciéndose arrumacos y carantoñas y luego iba yo. ( A pesar de ello, merece la pena )
La primera isla que visité fue la de Moorea, que se encuentra a tan solo 7 minutos en vuelo desde Papeete. Esta isla está tan cerca, que incluso se puede llegar en muy poco tiempo en ferry desde Tahití, pero como la Polinesia es mucho más bonita desde el cielo, decidí llegar a la misma en avión. Además me compré un pase con Air Tahiti para visitar varias islas del archipiélago de la Sociedad, por lo que me salía más barato ir en avión.

La isla de Moorea es espectacular, es casi tan bonita como Bora Bora y desde luego es bastante más barata. Merece la pena realizar una excursión en 4×4 para ver el interior de la isla y rodearla por completo visitando las bahías de Cook y Opunohu, el monte Rotui, las plantaciones de piña y otras frutas tropicales, y sus impresionantes playas.

La siguiente isla que visité fue la isla de Huahine, que en realidad son dos islas: Huahine Iti y Huahine Nui. Justo cuando llegué a Huahine se estaba celebrando un campeonato muy popular de remo, el Hawaiki Nui y la pensión donde había reservado una habitación estaba completa, por lo que tuve que irme a un campamento a la punta sur de la isla, donde pude contemplar unos estupendos atardeceres con la isla de Raiatea al fondo.

Y es que Raiatea fue mi siguiente parada, esta isla que es la segunda más grande del archipiélago es conocida como “La isla Sagrada” y está situada en la misma laguna que la isla de Tahaa, conocida como “La isla vainilla”, por sus numerosas plantaciones de esta especie de orquídea.

Raiatea fue uno de los grandes centros religiosos polinesios de la antigüedad y gracias a ello hoy podemos visitar el gran marea de Taputapuatea, templo donde se celebraban sacrificios y actividades religiosas y sociales de la época.
Como ya he comentado en otras ocasiones, la gente polinesia es realmente afable, al ser las excursiones en las islas tan caras, yo recorría casi todas las islas por libre y realizando autostop. Los polinesios me llevaban donde quería ir, aunque ellos no fueran y les quedara a kilómetros de distancia. Y si me entraba hambre y no tenía comercios cerca, me daba un atracón a base de papaya, plátanos y cocos recién recolectados de las plantas.

Las islas de la Polinesia francesa han sido formadas por erupciones volcánicas marinas, y se encuentran actualmente en proceso de hundimiento. Cuando las islas son “nuevas”(por ejemplo Tahití), se forma una barrera de coral alrededor de las mismas, con el paso de miles de años la isla comienza a hundirse, pero no así la barrera de coral, por lo que se forma una laguna interior de agua marina que separa la isla que se hunde y la barrera de coral, como sucede con la isla de Bora Bora. Las islas más antiguas de Polinesia, ya son atolones, el volcán o centro de la isla se ha hundido completamente y solo asoma a la superficie las islas que se han formado en el anillo de coral, ejemplo de ello, son las islas de Fakarava, Rangiroa, etc.

Bora Bora, cuenta con la isla central y el atolón o anillo que la bordea y sin duda alguna es una de las islas más bonitas del mundo. En ella se pueden contemplar toda la paleta de colores azul existentes, el azul turquesa de la orilla, que se convierte en azul verdoso a medida que aumenta la profundidad, rompe de repente con un azul marino que a su vez se mezcla con el verde de la vegetación que cubre el gigantesco monte Otemanu…es perfecto…Todos deberíamos visitar Bora Bora por lo menos una vez en la vida, es increíble.

En Bora Bora, merece la pena realizar la excursión por la laguna, donde podemos realizar esnorquel en los jardines de coral, nadar y alimentar a las rayas y tiburones, visitar varios motus (islas pequeñas) de la zona y probar los exquisitos platos polinesios como el Poisson Crú o pescado marinado con lima.

Y en este pequeño resumen solo muestro 4 de sus 118 islas…pero casi seguro que todas son igual de espectaculares.
Post realizado por Rubén
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